Éste es uno de esos capítulos en que no paro de repetir una misma cosa y las palabras me llevan cada vez a diferentes resultados. Juro que yo no tengo ningún control sobre el tema (y eso que soy filólogo, pero eso mejor no lo digáis muy alto por ahí... no vaya a ser que algún monje desaprensivo me encadene a una biblioteca, ¡no, por dios!) son las palabras las que me llevan.
Al final me salió un poco de acento a lo Eugenio Barba... no haría ni una semana estaba todavía allá arriba, ¡qué bien lo pasábamos!
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