lunes, 23 de septiembre de 2013

Inmerso en la marea del caos

No entiendo naaaaaaaada...

Creo que eso lo resume todo, así a rasgos generales. O sea, no hace falta saber mucho más. No entiendo nada de nada, escasas cosas se me figuran comprensibles en esta época de suma demencia y orden inexistente. Quien controle el caos... error, el caos no se controla, es una marea negra con la cual fluir. Quien sepa navegar por el caos, dominará el universo. Actualmente es la única esperanza, pues absolutamente todo es un supremo caos.

Recordando épocas pasadas siempre solía tener algún punto fijo para orientarme. Existían cosas como el honor, lo correcto, la certeza de mi genialidad... todo ha caído presa de un relativismo agobiante. No tienen por qué darme trabajo, ésa es la verdad. A la gente le da igual si vivo o muero, si consigo expresar mi verdad o acabo sumido en las tinieblas del olvido para siempre, como si nunca hubiera existido.

Hasta aquí todo bien, el problema se halla en el hecho de que me es imposible expresarme (y no me vengáis diciedo "chaval, ¿este texto lo ha escrito un orangután, entonces?". Chillidos inaudibles, eso es lo que es este texto y eso es lo que lanzo constantemente. Silentes gritos de auxilio. Mientras otros inexplicablemente hacen cosas que pueden verse, yo me muero de asco.

Está acabando el verano y, con él, el calor. Por suerte la primera parte del otoño es tibia y eso facilita ciertas cosas. Aún así, no entiendo absoutamente nada...

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